jueves, 3 de noviembre de 2016

Intervención educativa para niños con autismo: actividades recreacionales


El autismo es más una categoría de dimensión que una categoría de distinción, y es generalmente entendida como un espectro, en el que los niños experimentan diversos grados de dificultad en las áreas de la comunicación, interacción social y una tendencia hacía conductas repetitivas (Diggle, McConachie & Randle, 2002). Niños con autismo pueden beneficiarse de programas educativos y servicios relacionados que traten directamente el aspecto social, académico, emocional, motor y sensorial.

Un rasgo sobresaliente del desarrollo de los niños con autismo es la ausencia virtual de juego simbólico, lo que quiere decir  que no llevan a cabo los juegos típicos y siguen rutinas repetitivas. La pobreza del juego simbólico significa que el niño no sólo pierde oportunidades de interacción social, sino también el valioso aprendizaje que le acompaña. En este contexto, es clave utilizar métodos, técnicas, actividades y juegos educativos con el propósito de desarrollar el potencial del niño(a) y producir cambios positivos en las habilidades y la conducta.

Los juegos y las reglas de convivencia que conocemos y que nos agradan, son pautas aprendidas de nuestros padres y el entorno (familiares y amigos). Es tiempo de desechar todo eso y poner la mente en blanco ya que la convivencia con un niño con autismo requiere un nuevo adiestramiento en reglas sociales. Es esencial practicar actividades que le permitan al adulto identificarse con el niño(a) y convivir en recreación. Algunos juegos con los que se podría iniciar el acercamiento son: juegos de contacto visual con objetos y personas, cosquillas, bailar y cantar canciones infantiles, hacer gestos y sonidos y repetir palabras. La clave es promover el  desarrollo de  las destrezas de escuchar, seguir instrucciones, habilidades motoras e interacción con pares.

El juego es el puente para el desarrollo y para aprender. Ayuda al niño(a) a explorar el mundo sensorial, desarrollar habilidades de resolución de problemas, aprender roles sociales y emocionales, expresar los propios sentimientos y ser creativo. Intervenciones relacionadas con las artes visuales, música y juegos con agua, arena o barro expanden conocimiento y disfrute del entorno. Otras intervenciones estratégicas son: pintura de dedos, uso de plastilina, actividades con álbumes personalizados, juegos de imitación (uso de guías de instrucciones y comportamientos ilustradas), juegos interactivos de petición y toma de turnos, actividades sobre papel (garabatear, escribir, dibujar, cortar figuras) y uso de juguetes de interés del niño(a).

Estas actividades asisten a los niños con autismo a desarrollar confianza en sus posibilidades y su capacidad para realizar aquellas tareas y conductas que están a su alcance. Promueven una actitud positiva ante las aproximaciones y manifestaciones de afecto de los adultos y otros niños. Lo ideal es que la intervención seleccionada contribuya a establecer vínculos con personas cercanas y afianzar la relación con las mismas, a favorecer la participación en actividades de grupo, responder órdenes y aumentar las conductas funcionales.

           Las intervenciones recreacionales deben estar enfocadas en el desarrollo de la interacción social, la habilidad de lidiar con las demandas emocionales y el refuerzo positivo de conductas apropiadas. De igual forma deben asistir en ampliar conocimientos, intereses, concentración y coordinación motora del niño(a). La meta es, mediante la selección apropiada de actividades extracurriculares, asistir al niño(a) a manejar efectivamente las dificultades en el área social, académica, de conducta y destrezas motoras.

Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, CPL
Lic. 0260
Lamentablemente no hay respuestas específicas a estas interrogantes. No obstante, lo importante a considerar hoy es lo que podamos hacer para la protección de nuestros niños. La clave es la prevención, lo que hace imperante educarnos sobre las señales de alerta de una conducta de alto riesgo. Es esencial identificar que la conducta violenta es más frecuente cuando hay ciertas variables de personalidad anómalas (impulsividad, irritabilidad, rigidez, desconfianza, ausencia de empatía y baja autoestima), ciertas alteraciones psicopatológicas (abuso de alcohol y drogas, celos patológicos, dependencia emocional excesiva, ansiedad y depresión) y experiencias previas de violencia en ámbito familiar o de pareja (creencias disfuncionales sobre las relaciones interpersonales).

Hay ciertas señales de alarma que denotan un riesgo alto de estar implicado en una relación con un agresor. Principalmente un agresor se muestra posesivo e intenta controlar a otros, recurre a las amenazas o la intimidación, presenta conductas humillantes o actos de crueldad hacia su víctima, culpa a otros por sus problemas o dificultades, minimiza la gravedad de conductas de abuso, tiene cambios de humor imprevisibles o accesos de ira intensos, sobre todo cuando le ponen límites, su comunicación es agresiva, y justifica la violencia como una forma de resolver los conflictos.

La normalización de la violencia hoy en día es preocupante puesto que el comportamiento violento se ha convertido en una forma relativamente habitual de relacionarse con las demás personas (Díaz, 2004). Ponga a funcionar su intuición como un radar y preste atención a las señales que hacen sonar la alarma para que así pueda protegerse a sí mismo y a los suyos. Cualquier comunicación de una persona que implique que se hará daño o que hay riesgo de daño a terceros considérelo una amenaza y actué de inmediato. Es vital detectar comportamientos de violencia y desarrollar una actitud más favorable para buscar ayuda.

La violencia es prevenible, hay muchas formas de resolver diferencias, de controlar el enojo, de manejar las frustraciones, que no requieren de agresión ni de violencia. Todos podemos aprender a detectarla desde que muestra sus primeras señales, así como manejarla y, por lo tanto, cada uno de nosotros puede aprender a prevenirla.

Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, CPL.