lunes, 26 de septiembre de 2011

Señales de alerta

“Puerto Rico registra un promedio de 200 casos de maltrato de menores cada mes”. Sin lugar a dudas, es una noticia que provoca tristeza y preocupación, magnificando la realidad social de nuestro país. Y por supuesto surgen las preguntas: ¿cómo es posible?, ¿quién es responsable?, ¿por qué sucede esto?

Lamentablemente no hay respuestas específicas a estas interrogantes. No obstante, lo importante a considerar hoy es lo que podamos hacer para la protección de nuestros niños. La clave es la prevención, lo que hace imperante educarnos sobre las señales de alerta de una conducta de alto riesgo. Es esencial identificar que la conducta violenta es más frecuente cuando hay ciertas variables de personalidad anómalas (impulsividad, irritabilidad, rigidez, desconfianza, ausencia de empatía y baja autoestima), ciertas alteraciones psicopatológicas (abuso de alcohol y drogas, celos patológicos, dependencia emocional excesiva, ansiedad y depresión) y experiencias previas de violencia en ámbito familiar o de pareja (creencias disfuncionales sobre las relaciones interpersonales).

Hay ciertas señales de alarma que denotan un riesgo alto de estar implicado en una relación con un agresor. Principalmente un agresor se muestra posesivo e intenta controlar a otros, recurre a las amenazas o la intimidación, presenta conductas humillantes o actos de crueldad hacia su víctima, culpa a otros por sus problemas o dificultades, minimiza la gravedad de conductas de abuso, tiene cambios de humor imprevisibles o accesos de ira intensos, sobre todo cuando le ponen límites, su comunicación es agresiva, y justifica la violencia como una forma de resolver los conflictos.

La normalización de la violencia hoy en día es preocupante puesto que el comportamiento violento se ha convertido en una forma relativamente habitual de relacionarse con las demás personas (Díaz, 2004). Ponga a funcionar su intuición como un radar y preste atención a las señales que hacen sonar la alarma para que así pueda protegerse a sí mismo y a los suyos. Cualquier comunicación de una persona que implique que se hará daño o que hay riesgo de daño a terceros considérelo una amenaza y actué de inmediato. Es vital detectar comportamientos de violencia y desarrollar una actitud más favorable para buscar ayuda.

La violencia es prevenible, hay muchas formas de resolver diferencias, de controlar el enojo, de manejar las frustraciones, que no requieren de agresión ni de violencia. Todos podemos aprender a detectarla desde que muestra sus primeras señales, así como manejarla y, por lo tanto, cada uno de nosotros puede aprender a prevenirla.

Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, CPL.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Beneficios de la actividad física en la salud emocional


-Artículo publicado en la revista educativa Kids & Teens, vol. 5-

En los últimos años hemos observado un creciente interés por la salud, el bienestar físico y psicológico, la actividad física y el deporte, concediendo mayor atención al papel que desempeñan los factores psicológicos en la actividad física. La participación en actividades físicas y deportes es fundamental para el desarrollo social, psicológico, moral y, desde el punto de vista físico, es factor importante para el desarrollo de destrezas motoras y mejorar la condición física de los niños y adolescentes.

Existen numerosos estudios que coinciden en la afirmación de las muchas ventajas que tiene la práctica de  la actividad física. Algunas de las más importantes son las ventajas psicológicas que genera. Entre los beneficios atribuibles se han incluido: promueve la relajación, estabiliza el estado de ánimo, atenúa el estrés,  reduce la ansiedad y fortalece  la autoimagen. Favorece la sensación de control sobre la propia vida, potencia el funcionamiento cognitivo y fomenta la integración social. Ayuda a prevenir, especialmente entre niños y adolescentes, los comportamientos perjudiciales como lo son el consumo de tabaco, el alcohol, las drogas, los hábitos alimentarios poco saludables y la violencia tanto física como verbal.

Cada vez resulta más evidente que los niños y adolescentes pueden verse afectados psicológicamente por la práctica de la actividad física ya que ésta puede hacer que se sientan bien y desarrollen equilibrio psicológico y maduración afectiva. Otros beneficios asociados son: favorece la creación de nuevas amistades, amplía las redes de apoyo social y aumenta la autoconfianza. El juego y la actividad física forman una parte fundamental del crecimiento, desarrollo óptimo, socialización e integración.

Sin lugar a dudas, la práctica del ejercicio físico supone para el niño(a) o adolescente una mejor calidad de vida y bienestar psicológico general. Es esencial desarrollar el interés y las habilidades necesarias para la adquisición de un estilo de vida físicamente activo y saludable. 

Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, MHC.

 


martes, 13 de septiembre de 2011

Llamada perdida: una mujer pide ayuda

La violencia es un concepto de múltiples dimensiones y connotaciones. Comprende todos aquellos actos violentos, desde el empleo de la fuerza física hasta el acoso o la intimidación que se producen en el seno de un hogar y que perpetra al menos un miembro de la familia contra otro u otros. Habitualmente, este tipo de violencia no se produce de forma aislada, sino que sigue un patrón constante en el tiempo. Sus principales víctimas son hombres, mujeres, niños y personas dependientes; aunque la mayoría de las denuncias suelen ser de mujeres maltratadas.

Se entiende por violencia doméstica al hecho de obligar o privar a una persona de actuar libremente, dentro de una relación íntima, intentando causar daño o controlar la conducta de una persona. Implica no sólo agresión física en todas sus variantes, sino también agresión verbal, maltrato psicológico, contacto sexual no deseado, violación, destrucción de la propiedad, daño a mascotas, control del acceso al dinero, aislamiento social, amenazas o intimidación a otros miembros de la familia, limitaciones al desarrollo laboral entre otras.

Generalmente, las víctimas presentan lesiones visibles y continuas como contusiones, morados, inflamaciones y facturas. Suelen tener una explicación para ocultar el motivo del daño. Otras señales son: el nerviosismo y angustia cuando están fuera de los parámetros del agresor, inseguridad para exponer sus argumentos, control extremo de sus actividades y sometimiento absoluto. Las víctimas niegan la realidad de la situación y los agresores incrementan su agresividad, los celos y los sentimientos de posesión, creyendo que su conducta es legítima.

La violencia doméstica no sólo deja en las víctimas lesiones físicas, también profundos daños emocionales que pueden llevar a la persona a sufrir depresión, ansiedad, baja autoestima, dificultad para desarrollar relaciones interpersonales, aislamiento, trastornos de alimentación, problemas para conciliar el sueño, necesidad de consumir drogas o alcohol o incluso experimentar deseos de quitarse la vida.

La violencia contra la pareja está asociada a una serie de factores de riesgo multidimensionales (dimensiones de personalidad, actitudes hacia la violencia, experiencias previas de violencia, educación parental y variables psicopatológicas). El reto actual más importante es la prevención que incluya aspectos educativos acerca de las diferentes formas de violencia contra la pareja, así como la comprensión de las variables asociadas a este tipo de violencia y la detección de los factores de riesgo. La complejidad de la violencia no debe ser un pretexto para la pasividad frente a ella.

Es clave que tanto la víctima como el agresor reciban tratamiento psicológico y psiquiátrico.

Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, MHC.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Técnicas de intervención en crisis

 
Intervención en crisis no violenta
Es un sistema seguro y no dañino para el manejo de conducta, diseñado para brindar el mejor cuidado, bienestar, protección y seguridad posibles a individuos agresivos y fuera de control, aún en sus momentos más violentos.









miércoles, 7 de septiembre de 2011

Pasión vs. adicción

A lo largo de la historia se ha producido una evolución muy importante en relación con la noción y la valoración social del trabajo, así como las motivaciones para trabajar, por lo que se puede afirmar que la actividad laboral constituye un elemento determinante de la salud mental. Sin lugar a dudas, la dedicación al trabajo ha sido una conducta socialmente aceptada, indicadora de responsabilidad, efectividad y valía personal, por lo que llegó a considerarse como una adicción positiva. No obstante, este calificativo resulta irónico ya que la adicción se engloba en una enfermedad. Las empresas luchan por ser las mejores en su ámbito, necesitan trabajadores que se dediquen a ellas al máximo, que las hagan las más competitivas, con alto compromiso laboral, responsables, fomentándose una mayor incidencia de un fenómeno que ha recibido el nombre de adicción al trabajo o “workaholism”.

La adicción al trabajo se caracteriza por la dedicación de una gran parte de tiempo a las actividades laborales, con consecuencias negativas a nivel familiar, social y/o niveles de ocio; por pensar frecuente y persistentemente en el trabajo cuando no se está trabajando y por trabajar más allá de lo que es razonablemente esperado para cumplir los requerimientos del trabajo. Los adictos al trabajo pueden desarrollar tolerancia a las recompensas del trabajo aumentando significativamente la cantidad de trabajo. Responden al tiempo libre como prohibición al acceso al trabajo, similar a los síntomas de retirada que exhibe una dependencia de sustancias. Según Echeburúa y Corral (1994), cualquier conducta normal placentera es susceptible a convertirse en un comportamiento adictivo. Se podrían hacer usos anormales de una conducta en función de la intensidad o frecuencia de la realización y del grado de interferencia en la vida cotidiana.

Y a este momento se estará preguntando: ¿Será posible?, ¿Cómo lo puedo identificar?

Los síntomas experimentados no son distintos de los que aparecen en otros tipos de adicciones psicológicas: negación del problema, distorsiones cognitivas de la realidad, necesidad de control, tolerancia creciente y síntomas de abstinencia en los periodos vacacionales (irritabilidad, ansiedad, depresión, aislamiento, pérdida del sentido del humor, alteración del ciclo del sueño, cansancio, deterioro físico y abuso de sustancias como café, tabaco, alcohol y fármacos).

No toda dedicación intensa al trabajo revela la existencia de una adicción. Las personas muy trabajadoras, no adictas, disfrutan con el trabajo, son muy productivas, le dedican mucha energía y entusiasmo y tratan de equilibrarlo con la dedicación del tiempo libre a la familia, relaciones sociales o las aficiones. Por el contrario, en los adictos el trabajo interfiere negativamente en la salud física, en la felicidad personal o en las relaciones familiares y sociales. Al carecer de control sobre la dedicación a las obligaciones, invierten una gran cantidad de tiempo y pensamientos que se constituye en el elemento prioritario de todo lo que les rodea. En fin, la adicción al trabajo implica una pobre calidad de vida, incapacidad para solucionar los problemas de forma efectiva, menor claridad para establecer roles familiares y mayor dificultad para expresar afectos.

Existen instrumentos de evaluación y terapias que pueden ayudar a detectar y tratar la adicción al trabajo. Consulte a su consejero de salud mental o psicólogo.

Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, MHC.

Adicción: implicaciones en el tratamiento a mujeres

La adicción es una conducta desadaptativa que tiene implicaciones fisiológicas, psicológicas y sociales. Específicamente la mujer con adicción presenta una serie de características relacionadas con aspectos psicológicos sobresalientes respecto a la relación con su contexto inmediato familiar y social. El aislamiento, la falta de vínculos afectivos y sintomatología depresiva originan la autoconstrucción de una percepción individual de la existencia de un vacío emocional y espiritual. Estos elementos permiten comprender la necesidad psicológica de la mujer con adicción de construir relaciones sociales satisfactorias, desarrollar autoestima saludable, la independencia y adaptación.

El tratamiento del abuso de drogas, específico según el sexo del paciente, debe enfocarse no sólo en las diferencias biológicas sino también en los factores sociales y ambientales, ya que todos ellos pueden influir en las motivaciones para usar drogas, las razones para buscar tratamiento, los tipos de ambiente donde es tratada la persona, los tratamientos más eficaces y las consecuencias de no recibir tratamiento. Muchas circunstancias de la vida afectan a las mujeres de modo preferencial, lo cual requiere un enfoque de tratamiento especializado. Reconocer y atender el impacto de los asuntos socioeconómicos, los riesgos de salud, las expectativas de género a nivel social y cultural y el significado de las relaciones apoyan  un modelo especializado para el desarrollo y fortaleza de la mujer.

Debido a que las necesidades de las mujeres incluyen una constelación compleja de factores, es ideal  diseñar un tratamiento que atienda a la mujer en el contexto de su vida asistiéndola a mantener relaciones saludables y desarrollar redes sociales más amplias. El enfoque primario es fortalecer la motivación ofreciendo esperanza y no exacerbando la vergüenza ni los sentimientos de incompetencia maternal, usualmente desarrollada por las madres que han abusado de sustancias. Mediante un tratamiento activo, constructivo, colaborativo y de retos se facilita al cliente el reconocer la diferencia entre cómo es su vida ahora y cómo quiere que sea.

En el contexto del tratamiento, la mujer necesita un ambiente seguro, optimista y de apoyo donde se destaque una relación terapéutica de mutuo respeto, empatía y compasión. Un estilo terapéutico efectivo promueve las fortalezas de la mujer y aumenta su confianza en su habilidad para identificar y resolver problemas. Atiende la necesidad de relaciones saludables, de apoyo mutuo, empoderamiento y recursos emocionales. Es un tratamiento de enfoque comprensivo para tratar los problemas derivados del uso de sustancias y desarrollar estrategias destinadas a aumentar el control personal y la auto-eficacia.

Las mujeres que se benefician de servicios de tratamiento que responden a sus necesidades, tienen mayor oportunidad de desarrollar destrezas sociales, abandonar relaciones abusivas, manejar pérdidas, desarrollar relaciones interpersonales saludables y logran  estabilidad.

Busque ayuda, contacte a su consejero(a) en adicción.

Hasta la próxima,                                                       
Jessica Arroyo Ortiz, MHC.

Tu hijo(a) te necesita: cómo ayudarlo a llevar una vida saludable sin drogas y alcohol

Como padres, una de nuestras mayores preocupaciones es brindar la mejor educación a nuestros hijos. Enseñarles valores y destrezas para un mejor manejo ante la vida y las diferentes situaciones, que puedan tomar sus propias decisiones y  que éstas sean las correctas. Actualmente una de las interrogantes más significativas que tenemos como padres es: ¿Cómo hablarle a nuestros hijos de las drogas?

Las estadísticas demuestran que los adolescentes entre 13 y 14 años consumen drogas y alcohol. Estas estadísticas son alarmantes y como padres es vital ofrecer atención a nuestros hijos, dedicarles el tiempo necesario y mantener comunicación diaria lo que ayuda a que su hijo(a) se sienta más relacionado con usted. Esto fomenta la confianza y el respeto entre el padre y el hijo(a).

Les comparto una experiencia que tuve con mi hijastro de 11 años. Un día llegó llorando y agitado a la casa, cuando mi esposo y yo le preguntamos qué le pasaba, que por qué lloraba, nos dijo que venía corriendo de la casa de un amiguito que tenía un hermano de 17 años al cual vio fumando marijuana. El añadió que recordó que le habíamos enseñado que fumar marijuana es malo para la salud.
 
No podemos decidir por ellos, pero sí enseñarles, hablarles y brindarles la confianza de que puedan expresarse sobre el tema. La importancia de comenzar a temprana edad a hablar con su hijo sobre las drogas hace una gran diferencia.

Comienza a los diez años, en esta etapa, según Feldman (2005), los niños están en una fase de socialización, desarrollo de  habilidades, aprendizaje de sí mismos y de la sociedad. Es en esta etapa donde comienza el cambio de la escuela primaria a la secundaria, es donde los amigos comienzan a formar una parte esencial en la vida de su hijo(a), en donde la presión de grupo es fuerte y constante. El niño(a) comenzará a buscar aceptación de ese grupo, y si como padres no le damos la base primordial de los valores (respeto, consideración, confiabilidad,  justicia y bondad) podría tomar decisiones erróneas y perjudiciales para su salud y su futuro.

Nuestra labor como padres es enseñarles a nuestros hijos sobre la importancia de tomar cada decisión considerando las consecuencias y si esa decisión está basada en las enseñanzas y valores que usted le inculcó. Las enseñanzas que los niños aprenden desde temprana edad mayormente serán las que formaran los hábitos para toda la vida.

Los elementos básicos para que su hijo aprenda a llevar una vida saludable y la confianza y sabiduría necesaria para decir “no a las drogas están basados en: 1) involucrase en la vida de su hijo(a), esto le dará más confianza para hablar con usted del tema, 2) establezca y mantenga una buena comunicación con su hijo(a), 3) conozca las amistades de su hijo(a) , invítelos a sus casa, enséñele a elegir buenos amigos 4) establezca reglas claras y precisas y hágalas cumplir, 5) sea un buen ejemplo para su hijo(a), 6) muéstrele a sus hijos cómo solucionar problemas, aborde las situaciones tranquilamente y ofrézcale soluciones apropiadas y positivas, aprenda a negociar con sus hijos.

Usted conoce a su hijo(a) mejor que nadie, con amor, confianza, manteniendo una buena comunicación y una buena relación, sus hijos se desarrollarán seguros, aprenderán habilidades de solución de problemas, confiarán en ellos mismos para tomar decisiones tomando en cuenta los valores aprendidos y el ejemplo vivo usted de sus padres. ¡Éxito en la encomienda!
Glorimar Vargas, MMHC

Tiempo de renegociar acuerdos no hablados

Los acuerdos no hablados, dentro del entorno de la pareja, suelen ser lo más difícil de renegociar, por la sencilla razón de que no fueron determinados en el transcurso de la relación, entiéndase “quedamos en esto”. Incluso, la mayoría de las parejas no hablan de aquellas cosas que les incomoda al comienzo de la relación y suelen dejarlas pasar. Como por ejemplo: en el caso de una mujer que quiera compartir con su pareja en el fin de semana y esta se va de jangueo todos los viernes con sus amigos. Este tipo de conducta puede presentarse desde el comienzo de la relación y es posible que la parte de la pareja que se sentía incómoda no lo hablara o planteara un acuerdo.
Entonces, usted procede a analizar la situación y quiere retirar el acuerdo no hablado (esto significa resolver situaciones que aceptamos en algún momento y ahora nos incomodan). Para resolver la situación y poner el asunto sobre la mesa, aquí unos pasos a seguir: Primero paso,  aceptar el error que cometió de no haber hablado el asunto a tiempo. Segundo paso, comenzar la renegociación. Hay que tener presente el planteamiento que se quiera discutir y  la intención de cambiar un acuerdo que nunca se ha hablado. Tercer paso, considerar que la propuesta que quiere llevar a cabo con su pareja esté fundamentada en una negociación donde ambas partes se beneficien, de no ser así, se puede afectar la estabilidad de la pareja.
  Posiblemente se ha preguntado: ¿Cuál sería el momento apropiado para hablar del asunto? El momento más apropiado para renegociar, es cuando la otra parte esté dispuesta y sobre todo esté de buenas. Un error común que cometen muchas parejas es que esperan que ocurra una situación tensa para hablar del asunto y lo que obtienen es un tsunami de emociones y expresiones como: “pero nunca me dijiste nada hasta este momento” o la clásica “por qué ahora”.
Si todavía tiene duda de cómo hacerlo, aquí le brindo otras recomendaciones a la hora de hablar el asunto o el acuerdo no hablado. Cuando comience la conversación haga un lado el enojo, resalte las cualidades positivas de su pareja y la relación ante todo, diciendo por ejemplo: quiero hablarte de un asunto porque te amo y nuestra relación es importante para mí. Sobre todo sea específica(o) en cuanto al asunto a la hora de  hablar, puede usar expresiones como: “cuando tú haces esto, yo me siento así” o “no me siento cómoda(o) con esta situación.”  Por último, puede concluir con un comentario constructivo sobre la persona y la relación utilizando una expresión como “dialogando podemos resolver nuestras situaciones”.
 Como consejera de matrimonio y familia, entiendo que  la capacidad que puedan tener las parejas para comunicarse y  resolver sus situaciones dependerá, más que nada, del comportamiento reflexivo que cada miembro tenga sobre su pareja y  de sus experiencias. Por lo tanto, les recomiendo escoger el momento apropiado y tendrán un paso a su favor que permitirá que su pareja le escuche y lleguen a un acuerdo que funcione para ambas partes.
Bernice M. Reyes Rivera, MMFC

Consejería profesional: una mano amiga

La consejería se define como un proceso que usa modalidades y establece metas consistentes a las experiencias de vida y valores culturales del cliente. La consejería responde a la necesidad de promover en el otro el crecimiento, madurez y la capacidad de funcionar mejor ante las circunstancias de la vida. La práctica de la consejería es capaz de facilitar alivio y cura mediante un proceso de dialogo genuino entre consejero y cliente.

La profesión es un proceso de ayuda y una filosofía que trata de definir un saber estar con las personas para facilitarles el aprendizaje y el cambio a favor de su bienestar. El ser humano puede, si se le presentan las condiciones adecuadas, desarrollarse o actualizarse, ampliar sus capacidades y ser consciente de lo que experimenta a fin de poder auto controlarse. El consejero(a) tiene el potencial de subsanar carencias de apoyo que toda persona necesita en momentos claves de su vida. Un ambiente facilitador para el crecimiento puede darse y gestarse en la consejería.

La contribución del consejero(a) se fundamenta en el desarrollo de nuevas medidas para asistir al cliente en comprender el beneficio del propósito de vida en cara a la adversidad. Según Milne (2003),  la idea es que el cliente se reafirme en su poder de dirigir su vida y estar en control de sí mismo. La práctica de la profesión se traduce en un proceso de educar al cliente en el manejo de sus problemas y encontrar posibilidades acorde a su sistema de valores. El propósito es promover en el  individuo mayor contacto con su experiencia presente, la libertad de tomar decisiones y confianza en su persona que le permiten alcanzar ser más maduro psicológicamente y actualizado.

Te invito a darte la oportunidad. Hay disponibilidad de consejeros profesionales licenciados especializados en salud mental, pareja, familia y adicción.

Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, MHC.