La adicción es una conducta desadaptativa que tiene implicaciones fisiológicas, psicológicas y sociales. Específicamente la mujer con adicción presenta una serie de características relacionadas con aspectos psicológicos sobresalientes respecto a la relación con su contexto inmediato familiar y social. El aislamiento, la falta de vínculos afectivos y sintomatología depresiva originan la autoconstrucción de una percepción individual de la existencia de un vacío emocional y espiritual. Estos elementos permiten comprender la necesidad psicológica de la mujer con adicción de construir relaciones sociales satisfactorias, desarrollar autoestima saludable, la independencia y adaptación.
El tratamiento del abuso de drogas, específico según el sexo del paciente, debe enfocarse no sólo en las diferencias biológicas sino también en los factores sociales y ambientales, ya que todos ellos pueden influir en las motivaciones para usar drogas, las razones para buscar tratamiento, los tipos de ambiente donde es tratada la persona, los tratamientos más eficaces y las consecuencias de no recibir tratamiento. Muchas circunstancias de la vida afectan a las mujeres de modo preferencial, lo cual requiere un enfoque de tratamiento especializado. Reconocer y atender el impacto de los asuntos socioeconómicos, los riesgos de salud, las expectativas de género a nivel social y cultural y el significado de las relaciones apoyan un modelo especializado para el desarrollo y fortaleza de la mujer.
Debido a que las necesidades de las mujeres incluyen una constelación compleja de factores, es ideal diseñar un tratamiento que atienda a la mujer en el contexto de su vida asistiéndola a mantener relaciones saludables y desarrollar redes sociales más amplias. El enfoque primario es fortalecer la motivación ofreciendo esperanza y no exacerbando la vergüenza ni los sentimientos de incompetencia maternal, usualmente desarrollada por las madres que han abusado de sustancias. Mediante un tratamiento activo, constructivo, colaborativo y de retos se facilita al cliente el reconocer la diferencia entre cómo es su vida ahora y cómo quiere que sea.
En el contexto del tratamiento, la mujer necesita un ambiente seguro, optimista y de apoyo donde se destaque una relación terapéutica de mutuo respeto, empatía y compasión. Un estilo terapéutico efectivo promueve las fortalezas de la mujer y aumenta su confianza en su habilidad para identificar y resolver problemas. Atiende la necesidad de relaciones saludables, de apoyo mutuo, empoderamiento y recursos emocionales. Es un tratamiento de enfoque comprensivo para tratar los problemas derivados del uso de sustancias y desarrollar estrategias destinadas a aumentar el control personal y la auto-eficacia.
Las mujeres que se benefician de servicios de tratamiento que responden a sus necesidades, tienen mayor oportunidad de desarrollar destrezas sociales, abandonar relaciones abusivas, manejar pérdidas, desarrollar relaciones interpersonales saludables y logran estabilidad.
Busque ayuda, contacte a su consejero(a) en adicción.
Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, MHC.
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