A lo largo de la historia se ha producido una evolución muy importante en relación con la noción y la valoración social del trabajo, así como las motivaciones para trabajar, por lo que se puede afirmar que la actividad laboral constituye un elemento determinante de la salud mental. Sin lugar a dudas, la dedicación al trabajo ha sido una conducta socialmente aceptada, indicadora de responsabilidad, efectividad y valía personal, por lo que llegó a considerarse como una adicción positiva. No obstante, este calificativo resulta irónico ya que la adicción se engloba en una enfermedad. Las empresas luchan por ser las mejores en su ámbito, necesitan trabajadores que se dediquen a ellas al máximo, que las hagan las más competitivas, con alto compromiso laboral, responsables, fomentándose una mayor incidencia de un fenómeno que ha recibido el nombre de adicción al trabajo o “workaholism”.
La adicción al trabajo se caracteriza por la dedicación de una gran parte de tiempo a las actividades laborales, con consecuencias negativas a nivel familiar, social y/o niveles de ocio; por pensar frecuente y persistentemente en el trabajo cuando no se está trabajando y por trabajar más allá de lo que es razonablemente esperado para cumplir los requerimientos del trabajo. Los adictos al trabajo pueden desarrollar tolerancia a las recompensas del trabajo aumentando significativamente la cantidad de trabajo. Responden al tiempo libre como prohibición al acceso al trabajo, similar a los síntomas de retirada que exhibe una dependencia de sustancias. Según Echeburúa y Corral (1994), cualquier conducta normal placentera es susceptible a convertirse en un comportamiento adictivo. Se podrían hacer usos anormales de una conducta en función de la intensidad o frecuencia de la realización y del grado de interferencia en la vida cotidiana.
Los síntomas experimentados no son distintos de los que aparecen en otros tipos de adicciones psicológicas: negación del problema, distorsiones cognitivas de la realidad, necesidad de control, tolerancia creciente y síntomas de abstinencia en los periodos vacacionales (irritabilidad, ansiedad, depresión, aislamiento, pérdida del sentido del humor, alteración del ciclo del sueño, cansancio, deterioro físico y abuso de sustancias como café, tabaco, alcohol y fármacos).
No toda dedicación intensa al trabajo revela la existencia de una adicción. Las personas muy trabajadoras, no adictas, disfrutan con el trabajo, son muy productivas, le dedican mucha energía y entusiasmo y tratan de equilibrarlo con la dedicación del tiempo libre a la familia, relaciones sociales o las aficiones. Por el contrario, en los adictos el trabajo interfiere negativamente en la salud física, en la felicidad personal o en las relaciones familiares y sociales. Al carecer de control sobre la dedicación a las obligaciones, invierten una gran cantidad de tiempo y pensamientos que se constituye en el elemento prioritario de todo lo que les rodea. En fin, la adicción al trabajo implica una pobre calidad de vida, incapacidad para solucionar los problemas de forma efectiva, menor claridad para establecer roles familiares y mayor dificultad para expresar afectos.
Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, MHC.
No hay comentarios:
Publicar un comentario