lunes, 17 de octubre de 2011

¿Cómo disciplinar a tu hijo(a) sin morir en el intento?

“Mi niño es siempre un problema”, “Ella nunca tiene buenos días”, “Este niño nunca se comporta”
Si usted se encuentra pensando de esta forma, considere que exactamente es lo que hace su niño…
Cuando ocurre una conducta inapropiada, dígale a su niño lo que ha hecho y  envíelo a tiempo a solas (Time Out). El tiempo a solas consiste en aislar a un niño inmediatamente en un lugar apartado por unos minutos siempre que se comporte incorrectamente. Tiene la ventaja de brindar un plazo para calmarse, que permite tanto al niño como al padre tener un espacio y controlar sus emociones. Este método disciplinario ofrece un tiempo al niño fuera del refuerzo para el comportamiento indebido. El tiempo a solas es una forma efectiva de corregir a los niños reemplazando las amenazas, gritos y nalgadas.
El tiempo a solas debe ser lo suficientemente corto para permitir que su hijo tenga oportunidad de volver a la situación original y aprender el comportamiento aceptable. Una buena regla general es un minuto por año de edad (con un máximo de 20 minutos). Después de la edad de seis, a la mayoría de los niños se les puede decir que están en tiempo a solas "hasta que puedas comportarte", dejándolos elegir cuánto tiempo se quedan ahí. El requisito mínimo para que termine el tiempo a solas es que su hijo no abandone la silla o el lugar de tiempo a solas hasta que haya transcurrido el tiempo. La consistencia es un elemento importante para guiar al niño hacia un comportamiento deseable y aceptable.
Y a este momento usted podría decir: suena bien pero… ¿Cómo lo hago? De manera calmada lleve a su hijo(a) al área de tiempo fuera y asegúrese de que el área está libre de distracciones y que esté visible a usted. Discuta las razones del tiempo fuera  y explique por qué es inaceptable el comportamiento. Ofrezca consuelo, antes de que permita que el niño retome sus actividades, asegúrele que el comportamiento no cambia sus sentimientos hacia él. Los niños necesitan escuchar que los ama a pesar de su comportamiento. Una sonrisa, abrazo, beso y atención personal son sólo unas formas en las que esto se puede cumplir. La meta es guiar a los niños hacia un comportamiento apropiado y aceptable para que puedan aprender a ser independientes y auto controlados.
¡Hasta la próxima!
Jessica Arroyo Ortiz, MHC
jessica.allaboutcounseling.arr@gmail.com

lunes, 10 de octubre de 2011

Un libreto para el fracaso: codependencia

Una nueva definición de  codependencia indica que esta es un ciclo de patrones de conducta y pensamientos disfuncionales, que producen dolor y que se repiten de manera compulsiva, como respuesta a una relación enferma y alienante, con un adicto activo a una situación de toxicidad relacional. Es una preocupación y dependencia exagerada a una persona u objeto. La conducta codependiente se caracteriza por un estado emocional de vinculación compulsiva a una persona determinada la cual tiene su origen en distintas creencias, entre las que predomina la idea de que sin esa persona no se puede ser feliz. Una persona codependiente es aquella que ha permitido que la conducta de otra persona le afecte y que está obsesionada en controlar la conducta de esa persona. La otra persona puede ser hijo/a, cónyuge (Alvarado, 2007).

La codependencia se identifica con el fracaso en el proceso de desarrollo de una relación segura y las tareas de desarrollo asociadas. Es un esquema de vida disfuncional que emerge en la familia produciendo un estancamiento en el desarrollo y siendo su resultado una alta respuesta del codependiente a lo externo a él y baja sensibilidad a lo interno a él. Como características principales de la codependencia se destacan: la inhabilidad de distinguir los sentimientos y pensamientos propios de los de otros, búsqueda de aprobación y atención de otros, sentimientos de culpa o ansiedad cuando los otros tienen problemas, complacer a otros aunque no se desee y no reconocer los deseos y necesidades propias. El codependiente delega la responsabilidad de su cuidado, deseos y necesidades a otros, enfoca su energía en la felicidad de otros, idealiza a otros y se decepciona cuando estos no cumplen con sus expectativas, tiene temor a ser rechazado, permite que otros le hieran, tiene dificultad para tomar decisiones y vive como víctima de las circunstancias (Weinhold & Weinhold, 2008).

La codependencia es un problema cultural y evolutivo que está latente en la sociedad y en el entorno familiar. Deteriora a la persona física, mental, psicológica y espiritualmente. La mayoría de las personas han sufrido de síntomas de codependencia pero muy pocos reconocen el impacto que tiene en sus vidas. La gravedad del problema radica en los repetidos intentos de rescate que permiten que el individuo continúe en un curso destructivo y se convierta aún más dependiente de su patrón de cuidado no saludable. En este contexto, es esencial un tratamiento enfocado en reconstruir la identidad dañada del codependiente a través del fomento de la autoestima, del reconocimiento de sus sentimientos, de potenciar sus habilidades interpersonales, de favorecer su auto-concepto positivo y su asertividad. El objetivo es convertir al individuo en sí mismo con actitudes, opciones y comportamientos libres.

Existen instrumentos de evaluación y terapias que pueden ayudar a detectar y tratar la codependencia. Consulte a su consejero de salud mental o psicólogo.

Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, MHC.

lunes, 3 de octubre de 2011

¿Está reaccionando o respondiendo a su hijo(a)?

Muchos padres reaccionan a los actos de sus hijos. Es decir, responden con la primera palabra, sentimiento o acto que se les ocurre. Cuando se actúa por reacción, no se está tomando una decisión pensando en el resultado que se desea lograr como consecuencia de un incidente o de una acción. Es más, si usted reacciona, no puede elegir la forma de lograr el resultado que desea.

Responder a su hijo significa que usted se está tomando el tiempo para pensar acerca de lo que realmente está sucediendo antes de hablar, expresar sus sentimientos o actuar. La acción de responder es mucho más difícil que la de reaccionar porque requiere más tiempo y esfuerzo. El tiempo que usted se tome entre un incidente y el momento en el que actúa, habla o expresa un sentimiento es vital para la relación con su hijo. Ese tiempo le permite ver las cosas más claramente, no sólo con respecto a lo que está pasando en ese momento sino frente a lo que usted desea que ocurra a largo plazo.

 ¿Qué es una respuesta adecuada? Una respuesta adecuada es la que está acorde con una situación en particular. Para decidir cuál es una respuesta adecuada es importante tomar en cuenta tanto la edad de su hijo como los hechos específicos de la situación. Las necesidades físicas o emocionales de su hijo también pueden determinar la decisión que usted tome sobre lo que debe ser una respuesta adecuada.

Responder de una forma asertiva a su hijo le permite pensar acerca de todas las opciones disponibles antes de tomar una decisión. Esto le ayudará a elegir la mejor manera de llegar desde la situación actual hasta el objetivo que desea alcanzar. Lo esencial es ser padres más coherentes. Su hijo sabrá que no toma decisiones a la ligera. Es más probable que su hijo le haga preguntas o le pida ayuda para resolver algún problema si sabe lo que puede esperar de usted. También, el hecho de responder de una forma cariñosa, mostrar preocupación y ser sensible, aumentará las probabilidades de que su hijo le haga preguntas o le pida ayuda para resolver algún problema.

De todas las cosas que influyen en el crecimiento y desarrollo de su hijo, una de las más importantes es el cuidado confiable, receptivo y sensible que usted le da. El papel que usted desempeña es importante en el desarrollo de su hijo, al igual que lo son la inteligencia de su hijo, su carácter, las presiones externas y el ambiente social.

Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, MHC.