martes, 13 de septiembre de 2011

Llamada perdida: una mujer pide ayuda

La violencia es un concepto de múltiples dimensiones y connotaciones. Comprende todos aquellos actos violentos, desde el empleo de la fuerza física hasta el acoso o la intimidación que se producen en el seno de un hogar y que perpetra al menos un miembro de la familia contra otro u otros. Habitualmente, este tipo de violencia no se produce de forma aislada, sino que sigue un patrón constante en el tiempo. Sus principales víctimas son hombres, mujeres, niños y personas dependientes; aunque la mayoría de las denuncias suelen ser de mujeres maltratadas.

Se entiende por violencia doméstica al hecho de obligar o privar a una persona de actuar libremente, dentro de una relación íntima, intentando causar daño o controlar la conducta de una persona. Implica no sólo agresión física en todas sus variantes, sino también agresión verbal, maltrato psicológico, contacto sexual no deseado, violación, destrucción de la propiedad, daño a mascotas, control del acceso al dinero, aislamiento social, amenazas o intimidación a otros miembros de la familia, limitaciones al desarrollo laboral entre otras.

Generalmente, las víctimas presentan lesiones visibles y continuas como contusiones, morados, inflamaciones y facturas. Suelen tener una explicación para ocultar el motivo del daño. Otras señales son: el nerviosismo y angustia cuando están fuera de los parámetros del agresor, inseguridad para exponer sus argumentos, control extremo de sus actividades y sometimiento absoluto. Las víctimas niegan la realidad de la situación y los agresores incrementan su agresividad, los celos y los sentimientos de posesión, creyendo que su conducta es legítima.

La violencia doméstica no sólo deja en las víctimas lesiones físicas, también profundos daños emocionales que pueden llevar a la persona a sufrir depresión, ansiedad, baja autoestima, dificultad para desarrollar relaciones interpersonales, aislamiento, trastornos de alimentación, problemas para conciliar el sueño, necesidad de consumir drogas o alcohol o incluso experimentar deseos de quitarse la vida.

La violencia contra la pareja está asociada a una serie de factores de riesgo multidimensionales (dimensiones de personalidad, actitudes hacia la violencia, experiencias previas de violencia, educación parental y variables psicopatológicas). El reto actual más importante es la prevención que incluya aspectos educativos acerca de las diferentes formas de violencia contra la pareja, así como la comprensión de las variables asociadas a este tipo de violencia y la detección de los factores de riesgo. La complejidad de la violencia no debe ser un pretexto para la pasividad frente a ella.

Es clave que tanto la víctima como el agresor reciban tratamiento psicológico y psiquiátrico.

Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, MHC.

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