El autismo es más una categoría de dimensión que una categoría de distinción, y es generalmente entendida como un espectro, en el que los niños experimentan diversos grados de dificultad en las áreas de la comunicación, interacción social y una tendencia hacía conductas repetitivas (Diggle, McConachie & Randle, 2002). Niños con autismo pueden beneficiarse de programas educativos y servicios relacionados que traten directamente el aspecto social, académico, emocional, motor y sensorial.
Un rasgo sobresaliente del desarrollo de los niños con autismo es la ausencia virtual de juego simbólico, lo que quiere decir que no llevan a cabo los juegos típicos y siguen rutinas repetitivas. La pobreza del juego simbólico significa que el niño no sólo pierde oportunidades de interacción social, sino también el valioso aprendizaje que le acompaña. En este contexto, es clave utilizar métodos, técnicas, actividades y juegos educativos con el propósito de desarrollar el potencial del niño(a) y producir cambios positivos en las habilidades y la conducta.
Los juegos y las reglas de convivencia que conocemos y que nos agradan, son pautas aprendidas de nuestros padres y el entorno (familiares y amigos). Es tiempo de desechar todo eso y poner la mente en blanco ya que la convivencia con un niño con autismo requiere un nuevo adiestramiento en reglas sociales. Es esencial practicar actividades que le permitan al adulto identificarse con el niño(a) y convivir en recreación. Algunos juegos con los que se podría iniciar el acercamiento son: juegos de contacto visual con objetos y personas, cosquillas, bailar y cantar canciones infantiles, hacer gestos y sonidos y repetir palabras. La clave es promover el desarrollo de las destrezas de escuchar, seguir instrucciones, habilidades motoras e interacción con pares.
El juego es el puente para el desarrollo y para aprender. Ayuda al niño(a) a explorar el mundo sensorial, desarrollar habilidades de resolución de problemas, aprender roles sociales y emocionales, expresar los propios sentimientos y ser creativo. Intervenciones relacionadas con las artes visuales, música y juegos con agua, arena o barro expanden conocimiento y disfrute del entorno. Otras intervenciones estratégicas son: pintura de dedos, uso de plastilina, actividades con álbumes personalizados, juegos de imitación (uso de guías de instrucciones y comportamientos ilustradas), juegos interactivos de petición y toma de turnos, actividades sobre papel (garabatear, escribir, dibujar, cortar figuras) y uso de juguetes de interés del niño(a).
Estas actividades asisten a los niños con autismo a desarrollar confianza en sus posibilidades y su capacidad para realizar aquellas tareas y conductas que están a su alcance. Promueven una actitud positiva ante las aproximaciones y manifestaciones de afecto de los adultos y otros niños. Lo ideal es que la intervención seleccionada contribuya a establecer vínculos con personas cercanas y afianzar la relación con las mismas, a favorecer la participación en actividades de grupo, responder órdenes y aumentar las conductas funcionales.
Hasta la próxima,
Jessica Arroyo Ortiz, CPL
Lic. 0260